Opinión

La primera Guerra “Biológica” Mundial y el Derecho Humano a un nuevo Orden Global 

Por: Jesús Caldera Ynfante, PhD1

La humanidad vive, en la actualidad, la primera guerra “biológica” mundial. Una poderosa amenaza que pone en riesgo la familia humana: la pandemia del Covid-
19. Un virus, con tal letalidad y potencialidad de contagio que a la fecha ha afectado 1.9 millones de personas y ha producido 119.000 muertos en distintos países de los 5 continentes.

Esta guerra silenciosa deja grandes retos y profundas lecciones y nos exige rectificaciones a la hora de concebir y aplicar el derecho humano a un nuevo orden mundial.

Es, sin duda, la primera guerra biológica contra la humanidad, de carácter viral, donde los países potencia -y los que no lo son- han resultado avasallados por la pandemia, siendo inútiles sus ejercitos, misiles, portaviones o cazabombarderos para derrotar un virus mortífero que hace destrozos en sus territorios. Enseña:

Que la vida tiene que ser protegida y que la vida, como derecho humano medular, tiene que ser promovida, asegurada y garantizada como centro de gravitación de la familia humana.

Que los Estados tienen que proteger la vida buena, como suma de los elementos materiales y espirituales de la autorrealización humana, fomentar la bioseguridad y definir políticas públicas en el presente, con sentido prospectivo, orientadas a la defensa de la persona humana, su salud, su bienestar y la efectividad de sus derechos.

Que los recursos empleados para la guerra, la muerte y la destrucción merecen ser invertidos en la promoción y aseguramiento de la vida. Una vida con sentido, que valga la pena vivirla, dotada de un proyecto personal, llamado a ser realizado por toda persona humana, en una democracia integral, vista como derecho fundamental,2 volcada a la consecución de la felicidad humana, donde el Estado y los demás actores de la comunidad política promuevan oportunidades para que las capacidades humanas florezcan sin daños.

Que la economía tiene que estar al servicio del hombre y no en función del lucro egoista y desmedido, donde la concetración de riqueza en manos de unos pocos no siga siendo la afrenta de todos.

Que EEUU junto a Rusia, China, protagonistas estelares de la geopolítica mundial con mayor fuerza luego de la superación de la pandemia, impulsen la concreción del DHNOM. Junto con otros actores relevantes de la comunidad internacional de Naciones pueden definir, como complemento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (agenda 2030) una Agenda por la Vida y para el Futuro de la Humanidad, que introduzca cambios en la gobernanza mundial y que los organismos internacionales basados en la formulación de estrategias, iniciativas y aportación de recursos económicos atiendan sin dilación las causas y los efectos del cambio climático, protejan la vida de las personas y aseguren el goce efectivo de todos los derechos humanos de cada integrante de nuestra acongojada y esperanzada humanidad para que nadie se quede atrás.

Que la ciencia y la tecnología deben tener como prioridad la protección de la vida y la busqueda de remedios y soluciones eficaces frente a amenazas virales o bacteriológicas capaces de arrasar con la población mundial.

Que los problemas globales ameritan respuestas globales, a problemas comunes soluciones mancomunadas, desde el Estado, el sector privado y la sociedad, estimulando y promoviendo la solidaridad, la empatía, la acogida, el respeto por toda persona humana -igual en derechos y dignidad- y la defensa y cuidado de la naturaleza como casa de todos, luchando por una nueva ecología humana, en términos del Papa Francisco en la encíclica “Laudato Si”

Que los poderosos son tan vulnerables como los más frágiles de la población mundial y que juntos mucho podemos hacer por una sociedad mejor.

Que la prepotencia y la falta de humildad nos llevan por un camino de destrucción de la vida y de aniquilación de la humanidad. La soberbia es pésima aliada.

Que los poderes económicos del mercado nada son y nada representan cuando la población está amenazada o cuando sobrevive en medio de acechanzas graves como el cambio climático o la destrucción inmisericorde de la naturaleza con fines meramente crematísticos.

Que el derecho y la ciencia política tienen tarea por delante ante la reaparición de los Estados como actores estelares en medio de la emergencia y la alarma sanitaria, adoptando medidas de excepción para conjurar la tragedia, ante lo cual apremia mantener la defensa de los derechos fudnamentales y la proscripción de los abusos de poder y la tentación del oprobio, en particular, contra sectores minoritarios, vulnerables, excluidos, migrantes, extranjeros o disidentes. La integración, asociatividad y la colaboración constructiva entre Estados para fines comunes de la humanidad no da espera. Estatalidad, legalidad seguridad jurídica y justicia son compatibles a los fines del desarrollo humano integral.

Que el modelo económico tiene que incluir en las cuentas del balance un apartado denominado Utilidad Social o Dividendo Comunitario para transferir parte de su ganacia a la protección de comunidades marginadas, cuidadado del medio ambiente y la naturaleza, fomento de la felicidad humana, construcción de cultura democrática como medio para dotar de sustentabilidad el tejido social donde anida el tejido productivo de los países.

Que la lucha contra la pobreza no da espera. Es imperativo que toda persona humana cuente con un ingreso y tengo un trabajo decente; que los niños tengan educación y alimentos; que las personas tengan acceso a derechos básicos (agua, electricidad, conectividad a internet, etc) y vean honrados sus derechos fundamentales -con seguridad humana- como presupuesto esencial para la convivencia política y la sostenibilidad democrática en una democracia integral.
Que el armamentismo es una carga contra la huamnidad que debe cesar. Los recursos económicos que sean gradualmente liberados, por los países fabricantes y vendedores de armas, tienen que conformar Fondos Humanitarios de la Comunidad de Naciones o las comunidades regionales de Estados con la finalidad de mitigar y superar morbos sociales lacerantes como la pobreza, en cualquiera de sus manifestaciones, la exclusión económica y la falta de acceso a servicios públicos esenciales.

Que el derecho al desarrollo, el derecho a la paz, el derecho fundamental a la democracia y el derecho a la felicidad, entre otros, por inherentes a la dignidad humana, han de ser realizados en la práctica, en la esfera de vida de cada persona, más allá de los enunciados teóricos o normativos que los definen.

Que es posible un mundo mejor si somos capaces de ser mejores personas, más humanos, más sensibles con los que sufren, menos indiferentes ante el dolor y la tragedia de nuestros hermanos, más empáticos, más amigos, movidos por el amor y la compación antes que qpor el lucro y la vanidad.

EL DERECHO HUMANO A UN NUEVO ORDEN MUNDIAL (DHNOM):

Es el derecho fundamental a ver efectivamente satisfechos todos nuestros derechos. El derecho humano a un nuevo orden global consiste en que toda persona viva efectivamente todos sus derechos. Privilegia la realización tangible y concreta de la justicia en sentido material. Lo hemos definimos así:

Es una disposición del Derecho Internacional de los Derecho Humanos establecida a favor de toda persona de la familia humana para que los derechos y libertades consagrados en la Carta Universal de Derechos Humanos se hagan plenamente efectivos en su esfera vital ya en el plano social, ya en plano internacional.

Está establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948):

Artículo 28. Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.

Este enunciado, proferido a mediados del siglo pasado, para dejar atrás los horrores de la Segunda Guerra Mundial, no pierde vigencia y su cumplimiento por los Estados sigue siendo materia pendiente.

Superaremos la hecatombre humanitaria del coronavirus. En el venidero tiempo de postpandemia, resurge la necesidad de conformar un nuevo orden mundial, como respuesta ética y legal a las demandas insastisfechas de gruesos segmentos de la población mundial.
Resuena, con bríos, la exigencia moral y la obligación jurídica internacional que el mentado artículo 28 le impone a los Estados de cumplir con dicho mandato para construir el citado nuevo orden mundial i) en lo socio-económico, apostando por erradicar la injusticia reticente para hacerlo más incluyente, fraterno, humano, sostenible, equitativo, y ii) en lo internacional, más solidario, pacífico, democrático, justo,

comprometido con la vigencia y efectiva materialización de los derechos de la familia humana, dándole satisfacción efectiva a los derechos humanos de sus asociados y de los habitantes de sus espacios geográficos sin distinciones.

Es más que el derecho a tener derechos, del que habló H. Arendt. Es el derecho de la persona a que se honren y realicen todos su derechos superando esquemas de injusticia en lo económico, lo social o político, configurando mecanismos de respeto y garantía a nivel internacional.

Que toda persona vea satisfechos, de manera efectiva, sus derechos humanos fundamentales previstos en el ordenamiento jurídico dotándole de la cualidad de titular, con capacidad de exigir la realización concreta y efectiva de los mismos. Impone superar el estado de cosas signado por el incumplimiento en pos de la efectividad material de todos los para toda persona humana por el hecho de serlo. Ello implica la democratización económica desde fórmulas innovadoras, con diálogo social y deliberación política, que permitan la redistribución de la riqueza sin destruir la base productiva de los países.

El DHNOM, está asociado a la dignidad humana en tanto se relaciona con el respeto que esta merece, que se traduce en la efectiva satisfacción de sus derechos, todos fundamentales, como condición de posibilidad para funcionar efectivamente en la sociedad, realizar su proyecto de vida valioso y ser feliz en una sociedad democrática que conciba el poder en funcion de la protección de la vida (biopoder en sentido positivo) y que haga de la vida el centro del que dimana la legitimidad democrática del poder político (biocracia) como medio para lograr la convivencia comunitaria armónica donde el conflicto y la violencia, asociados a la vida social, estén sometidos a la racionalidad humana y el principio de legalidad.

Consiste en pasar del dicho al hecho, para que la persona viva la aplicación y el cumplimiento de sus derechos traducidos de los enunciados teóricos a los hechos tangibles. Ir de la literalidad normativa a la realidad vital de cada cual. Ir de la proclama a la realización material concreta, dejando atrás el deficit de cumplimiento, superando la deuda histórica acumulada por la insatisfacción de los derechos humanos fundamentales de millones de personas rezagadas, desamparadas y sin horizonte de futuro, sobrevivientes de vidas sin sentido, despojados de una vida buena en un mundo desigual, inequitativo y excluyente.

Desde nuestra perspectiva, el liderazgo mundial está en deuda con la humanidad entera. Venceremos la pandemia del Covid-19. En tiempos de postpandemia, el liderazgo mundial, en todos los ámbitos, tiene que repensar el modelo de socidedad y los modelos económicos, políticos y productivos vigentes con la finalidad de construir los pilares de una cultura de protección de la vida y una cultura de defensa de los DDHH, menos retórica y más pragmática, donde las instituciones, organismos y agentes públicos y privados tengan claridad de que su deber y su función es hacer todo cuanto manda la ley, orienta la conciencia jurídica universal y señala la ética de lo públioc con el propósito de lograr un nuevo orden mundial en lo socio-ecómico, a nivel local y global, llamado a lograr la efectividad de los derecho humanos fundamentales y con ello contribuir a la felicidad humana y al bien común.

La postpandemia será una oportunidad para rectificar y mejorar. La Comunidad de Naciones y el liderazgo mundial están en mora de cumplir con tal deber legal que, al tiempo, es un imperativo ético de nuestro tiempo, cuya exigencia persiste y la necesidad de su cumplimimiento interpela y demanda respuestas para honrar cabalmente los derechos humanos fundamentales de toda persona humana, en especial de los últimos de la fila, los de atrás, de los pobres de siempre, marginados, oprimidos, excluidos, migrantes, extranjeros en situación irregular, minorías, etc.

La política tiene que servir a la felicidad humana y al bien común. Hemos dicho que la democracia integral es un derecho fundamental de cuyo goce depende que la persona humana vea satisfechos efectivamente todos los derechos fundamentales, previstos a su favor, interrelacionados e interdependientes con el disfrute de la democracia en el Estado democrático constitucional. El Estado, la economía y la política tiene que estar al servicio de la vida y de la realización del proyecto de vida valioso y sin daños de la persona humana, razón de ser de la felicidad humana. O sirven a la felicidad de la persona humana o no sirven.

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